La niña del bello rostro
está cogiendo aceituna.
El viento, galán de torres,
la prende por la cintura.
Arbolé, arbolé
seco y verdé.
(4 veces)
Pasaron cuatro jinetes
sobre jacas andaluzas
con trajes de azul y verde,
con largas capas oscuras.
«Vente a Córdoba, muchacha».
La niña no los escucha.
Arbolé, arbolé
seco y verdé.
(4 veces)
Pasaron tres torerillos
delgaditos de cintura,
con trajes color naranja
y espadas de plata antigua.
«Vente a Sevilla, muchacha».
La niña no los escucha.
Arbolé, arbolé
seco y verdé.
(4 veces)
Cuando la tarde se puso
morada, con luz difusa,
pasó un joven que llevaba
rosas y mirtos de luna.
«Vente a Granada, muchacha».
Y la niña no lo escucha.
Arbolé, arbolé
seco y verdé.
(4 veces)
La niña del bello rostro
sigue cogiendo aceituna,
con el brazo gris del viento
ceñido por la cintura.
El lagarto está llorando es uno de sus numerosos poemas infantiles escritospor Federico García Lorca y desde Guiainfantilte animamos a que se lo leas a tus hijos para que conozcan un poco más a este ilustre poeta español. Federico García Lorcafue uno de los más grandes poetas
y dramaturgos de la primer mitad del siglo XX. Aunque gran parte de su
obra está dirigida a un público adulto o posadolescente, muchos de sus
poesías están dedicados a la tierna infancia, tal vez como reflejo de sus
tiempos mozos en Fuentevaqueros.
El lagarto está llorando.
Poesía de García Lorca
El lagarto está llorando. La lagarta está llorando. El lagarto y la lagarta con delantalitos blancos. Han perdido sin querer su anillo de desposados.
¡Ay! su anillito de plomo, ¡ay! su anillito plomado Un cielo grande y sin gente monta en su globo a los pájaros.
El sol, capitán redondo, lleva un chaleco de raso. ¡Miradlos qué viejos son! ¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay, cómo lloran y lloran! ¡Ay, ay, cómo están llorando!
Se
dibuja un redondel
con un lápiz o un pincel,
con mucho pelo, mucho moño,
ojos, cejas y un retoño;
nariz chata de alpargata,
las orejas como almejas,
los pendientes, relucientes,
las pestañas como arañas,
la boca de pitiminí,
Doña Sara es así.
El cuerpo, otro
redondel
grande como un tonel
y en él se dibuja ahora
la falda de la señora;
las piernas flacas,
los zapatos de tacón
con hebilla y con pompón.